sábado, 15 de septiembre de 2007

Capítulo 3: ATACANDO UNA BASE DE LA ARMADA

Capítulo 3
ATACANDO UNA BASE DE LA ARMADA
por: El Cuervo Lopez

La habitación era pequeña y austera. Los muebles, muy escasos, de madera tallada a lo inglés victoriano, lucían pulcros y con algunos recuadros de fotos tomadas mayormente en el Siglo XIX a juzgar por las escenas y personas retratadas: un lejano Londres victoriano, modas en el vestir ya caducas, paisajes del África, etc.

Las paredes, sin ventanas y por tal motivo, a gusto de su ocupante, con una imagen muy vívida de una sabana africana plena de cebras y muy por detrás al acecho dos leones preparando el ataque, pintada con sorprendente realismo, tenían un solo cuadro donde el visitante podía observar lo que parecían ser dos letras talladas en marfil.

Las dos letras, en mayúsculas, eran AQ.

No había espejos y el ascetismo del lugar culminaba en un catre rústico y un armario pequeño de dos puertas.

Nada de mesas y apenas una silla.

La puerta se abrió suavemente y el viejo cazador entró con paso firme en la habitación. Se quedó unos instantes mirando la falsa ventana, suspiró con evidente nostalgia, se sacó el sombrero de piel de leopardo que desnudaba una incipiente calva y se echó sobre la cama, cruzando las piernas, con las manos entrelazadas bajo la nuca y los ojos clavándose en el techo, blanco y desnudo con excepción de la bombilla de luz eléctrica.

El único movimiento perceptible en el viejo cazador era en su arrugada frente cuyos pliegues iban y venían como las olas tormentosas de un rebelde tifón.

La preocupación y el profundo pensamiento ocupaban en esos momentos toda su atención. El problema, la situación y el momento actual; todo era de una gravedad única e inusual y requerirían toda la fortaleza preparada y acumulada hasta el momento para un evento mayor que el presente. Y ese era el peor de los busilis.

¿Qué ocurriría si después de esta crisis, suponiendo que la Tierra resultara victoriosa, aprovechando la maltrecha defensa se presentara el verdadero enemigo tan temido?

¡Malditos y estúpidos marcianos!

Hacía muchos años que observaban el creciente estándar bélico de los marcianos crecer y crecer sin razón aparente pues eran seres inteligentes y con comodidades propias. Lo más lógico sería que se embarcaran en una empresa militar fuera del Sistema Solar, pero atacar la Tierra

Los marcianos eran seres muy inteligentes pero a la vez muy estúpidos.

Una extrañísima paradoja que pasaba más por incongruencia que por otra cosa.

La gente se había tragado durante años toda la cantinela de los canales de Marte y las dislocadas visiones de Percival Lovell. Y tales fantasías desde los cuentos de Bergerac y el advenimiento de Wells y su Guerra de los Mundos y la camada de escritores de ciencia ficción y la fobia de los 50’ hacia los rusos traducida en películas y libros de clase B no había hecho más que ocultar lo cuasiverdadero: que los marcianos realmente existían.

Claro que el incidente Roswell y la famosa autopsia eran fantochadas del gobierno yanki, pero lo que estaba ocurriendo ahora mismo en el desierto de Sonora no lo era.

Faltaban pocos minutos para que comenzara la reunión de urgencia convocada por el Triunvirato y pocos serían los concurrentes a pesar que la Organización contaba con no menos de cinco mil miembros. La invasión marciana no estaba en los planes de nadie y ni siquiera los miembros con poderes precog habían podido detectar las intenciones de los alienígenas. Seguramente estos contaban con elementos anti precog.

¿Cuáles eran los motivos de los marcianos para invadir nuestro planeta?, se preguntaba el viejo cazador.

De cualquier modo, el avance de la flota ya había arribado y por lo visto ligeramente al pasar en la sala de radares, la invasión era planetariamente masiva. Así que, imaginaba que el discurso de los tres jefes versaría acerca de las primeras medidas a tomar.

Pero lo que más le preocupaba, más aún que el posible aprovechamiento de la situación de los Verdaderos Enemigos de la raza humana, era la inevitable exposición pública de los miembros de la Organización.

¡Qué gran shock para la humanidad! Y todo de un solo saque.

Toparse con que los marcianos son reales, que Wells tenía razón y ver plasmadas en realidad todas aquellas cosas que creían puras fantasías. Solo faltaría que algún ocurrente reportero dijera con sarcasmo que Porky, Pluto, La Pantera Rosa y toda la caterva de personajes animados también existían.

El viejo cazador se levantó de su catre, tomó su sombrero, miró por unos segundos las fotos de sus fallecidos esposa e hijo y salió de su habitación rumbo a la sala de reuniones.

¡Malditos y estúpidos marcianos!



La Sala de Reuniones era un recinto de gran envergadura cuyas paredes y techos rocosos se perdían en la distancia. Fruto de la excavación efectuada por varios miembros de la Organización, tenía más el aspecto de una enorme gruta subterránea, como las ilustradas por Verne en su novela Viaje al Centro de la Tierra, que un formal centro de máximas reuniones.

No había asientos, pero el lugar podía cobijar a más de veinte mil oyentes, si bien para esta ocasión apenas asistirían diez, sin contar a los tres jerarcas.

Se improvisó una mesa oval con sillas para beneplácito de los concurrentes que estaban llegando.

Los tres jefes de la Organización se encontraban en silencio y sentados a la cabecera: HPL, REH y CAS.

Sus semblantes se hallaban oscurecidos por un velo de insondable preocupación.

REH, con su eterno rostro infantil, tamborileaba con los dedos de la mano izquierda el borde de la mesa. Era el más circunspecto y callado de los tres.

CAS se recostaba contra el respaldo de su asiento mientras con tranquilidad se arreglaba el nudo de su corbata una y otra vez, estirando el cuello. Hablaba poco y su carácter era tranquilo pero decidido.

HPL era el más inquieto de los tres. De pálido semblante, brazos largos y poco agraciado rostro, su extrema delgadez le daba a su silueta una aparente liviandad que contrastaba con la energía nerviosa que desplegaba en cada movimiento. Sus ojos no paraban de moverse como entreviendo a cada instante el acecho del peligro más abominable, odioso, impío y terrible.

El viejo cazador no fue el primero en llegar, pero sí el último. Los nueve miembros restante lo miraron al unísono como reprobando su demora, algo que le importó un pimiento, como siempre.

Sólo había una mujer, vestida íntegramente de negro, de tez palidísima, ojos rojos brillantes, labios finos y muy rojos, a la vez crueles y sensuales, rostro bellísimo enmarcado por una corta cabellera negra.

A su lado se sentaba un hombre delgado pero de anchas espaldas, de innegable porte francés, rostro alegre y juvenil. Frente a él, un hombre de edad madura, también con perfil francés pero de talante autoritario y ceñudo. A su lado un oriental, aparentemente chino, se entretenía haciendo juegos de malabares con un mazo de naipes.

Observando las triquiñuelas del chino se encontraban dos hombres altos, robustos y musculosos, vestidos a la manera sumeria. Uno de ellos llevaba un parche en su ojo izquierdo mientras que el otro tenía calva su cabeza. Cerraban frente a la cabecera, además del viejo cazador, un hombre con aspecto de adusto profesor de Cambridge, otro con evidentes aires académicos pero enfundado en un traje de cuero negro y el último era quizá el más extraño de todos. Se trataba de un joven de aspecto occidental y oriental a la vez. Vestido con ropas muy sencillas, sus ojos eran inquietantes y de una fuerza y temperamento tan temible, que era muy difícil mantener su mirada.

El silencio duró apenas un par de minutos.

HPL se levantó de su silla y apoyando ambas manos en el borde la mesa habló dirigiéndose a todo el grupo:

-Cada uno de ustedes ya conoce la situación, así que no andaré con rodeos ni antecedentes del caso. En esta mesa está la guardia activa de la Organización

-Yo siempre estoy de guardia, mi estimado HPL –interrumpió el viejo cazador.

-…que deberá tomar las primeras medidas de choque en no más de media hora. Ya hemos cursado los avisos pertinentes a los demás miembros, quienes seguramente en estos momentos deben estar preparando la contraofensiva en todos los rincones del planeta y por favor –se interrumpió HPL mirando al viejo cazador-, no vuelva a interrumpirme. Usted está siempre de guardia y de hecho la comanda por haber elegido voluntariamente vivir en la Base Central. Cuando usted quiera puede tomarse el viento y volverse a su querida y por mí odiada sabana africana.

El viejo cazador sonrió con ironía a flor de labios y dijo entre dientes:

-¿Aún sigue afectado por lo de Arthur Jermyn?

-¡Basta caballeros!-, terció CAS. –Las cuestiones personales entre ustedes deben quedar en último plano. Los marcianos han arribado y su primera avanzada en estos momentos debe estar ya a pleno sobre la Base Militar principal en Arizona. Nuestros sensores han detectado que una de sus naves se estrelló en el cercano desierto de Sonora, pero al menos otras tres están a punto de aterrizar. Conocemos el diseño de estos platillos y no creemos que haya más de cien marcianos por nave. Sabemos todo sobre ellos: su xenobiología y la posibilidad cierta de derrotarlos.

-Claro, nosotros los derrotaremos en primera instancia. Nosotros diez. –dijo sonriéndose el hombre de rostro juvenil y alegre.

CAS lo miró severamente.

-Joven, cada miembro de esta Organización tiene un potencial y efectividad extraordinarios…

-Nunca probados en una situación como ésta –agregó el adusto profesor de Cambridge. –Recuerda, CAS, que fuimos congregados y reunidos por ustedes para hacer frente al gran enemigo.

La mujer se puso de pie y dijo:

-¡Hombres! Somos lo que hay: una vampira, un experto en ocultismo, un mago, un ladrón de guante blanco, dos viejos guerreros sumerios, un inspector de La Suretè, un oriental con ignotos poderes, el gran cazador de vampiros y el viejo cazador. Sabemos que nuestros compañeros están en camino pues los marcianos atacarán los Estados Unidos como primera medida.

-Sois la Guardia de la Organización. Acabad con esos impíos y abominables marcianos. –Apuntó HPL.

La reunión se tuvo por concluida y los diez defensores se levantaron de sus asientos y en silencio se marcharon del salón.

El viejo cazador fue el último en retirarse no sin antes mirar con una expresión sardónica a HPL.

Cuando las puertas se cerraron, una voz muy cercana a los tres jefes retumbó en el salón. Una voz grave, exótica, con ligero acento árabe y un improvisado y tosco inglés. La voz no tenía un origen cierto.

-Ninguno de vosotros les ha dicho que la avanzada de ELLOS ya está en camino. –Dijo la voz.

-¿De qué hubiera servido?, -terció REH, ya más aplomado y menos tenso –además me pones muy nervioso sabiendo que estás presente y sin poder verte. Ni tu respirar se ha sentido.

La voz lanzó una agria carcajada.

-¿Respirar? Pequeño suicida frustrado, yo no respiro. NO SOY, no tengo esencia material ni inmaterial. Esta es mi condena pero a la vez mi salvación y por eso he podido vivir todos estos milenios. Soy vuestra carta de triunfo.

-¿Cómo? –Se sonrió CAS –Ni ojos tienes para leer el horror que has escrito.

-Déjalo ya. Por algo lo llamaban loco. –Sentenció REH

HPL suspiró en su asiento:

-Abdul…

- Así es. – dijo la voz sin dueño con una inflexión que casi podía interpretarse como una sonrisa - Y como siempre he dicho: “No está muerto aquello que puede dormir eternamente…” ¿No creen?

Sobre el autor:

El Cuervo López es el seudónimo de Gabriel Lopez, una desgracia nacional para Argentina que se hace pasar por escritor de ciencia ficción y cuyos gustos literarios son abominables. También tiene la rara habilidad de hacerse pasar por experto en opera y lo peor es que muchos se lo creen. Ha publicado en revistas argentinas y en la red y tiene más visitas en su blog de lo que este pudiera tener, pero no importa. Su blog es www.elcuervolopez.blogspot.com. Por favor, visitenlo para que incremente su ego.

Notas:

HPL: http://es.wikipedia.org/wiki/Lovecraft
REH: http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_E._Howard
CAS: http://es.wikipedia.org/wiki/Clark_Ashton_Smith
El Cazador: http://es.wikipedia.org/wiki/Allan_Quatermain
Abdul: http://es.wikipedia.org/wiki/Alhazred